Una vegetación incomparable, sus sabores antiguos con influencia alemana y mapuche, encendida vida nocturna y una de las mejores cervezas artesanales, son algunas de las características de la fotogénica ciudad de Valdivia. Una de las urbes más antiguas de Chile, considerada “la llave al mar del sur” a consecuencias de que la anchura y profundidad del Río Calle Calle permitían la navegación de grandes embarcaciones.
Valdivia fue la primera ciudad fundada en el sur de Chile en el año 1552 por el conquistador español Pedro de Valdivia y una de las primeras construcciones que se hicieron en el lugar fueron los torreones. Había 5 distribuidos por la periferia de la ciudad y su función principal era servir de miradores para protegerse de los ataques de los enemigos, sin embargo se los usó además como calabozos, almacenes de pólvora y molinos de viento. Actualmente hay dos torreones dispuestos en puntos extremos de la ciudad, y han permanecido como vestigios de una estructura mayor creada en 1774.
Estos son el Torreón del Barro y El Torreón Los Canelos. En 30 minutos podemos retroceder más de 300 años de historia, al llegar a las comunidades de Niebla, Corral o la Isla Mancera, donde los fuertes y castillos coloniales se funden con la vegetación. Estas construcciones de piedra fueron uno de los sistemas defensivos más grandes que crearon los españoles en América y su posición estratégica cerca del Estrecho de Magallanes, las convirtieron en refugio obligado en la ruta del Virreinato del Perú.
Siglos después, sobrevino la segunda colonización: la alemana, Ésta aportó la tecnología necesaria para el desarrollo de la industria local, además de algo de su cultura y tradiciones. Valdivia se transformó en un lugar próspero y lleno de actividad comercial y cultural.
Carlos Anwandler es considerado el gran líder de este proceso. Fundó la Cervecería Anwandler, trabajó comoboticario, fundó la 1ª Compañía de Bomberos “Germania” en 1852; una biblioteca, un cementerio, entre otras cosas, el Colegio Alemán, donde además fue uno de los primeros profesores y director. Su casa es un museo con una espectacular vista al Río Valdivia. En su interior podemos encontrar las culturas mapuche, alemana e hispana.
Otro monumento histórico destacable es el submarino O’Brien, atracado en la costanera. Este sumergible de 90 metros de largo, convertido en museo en 2008, tiene mucho que enseñar sobre la vida de los tripulantes bajo el mar donde el silencio era clave para no ser escuchados por el enemigo. Una de las cosas que llama la atención es el departamento de torpedos donde 22 enormes proyectiles podían ser expulsados en cualquier momento a una velocidad de 50 kilómetros por hora y alcanzar una embarcación a 14 kilómetros.
Rio Calle Calle
Si hablamos de la gastronomía, Valdivia tiene mucho que aportar al paladar. Los descendientes alemanes preparan los kuchenes de manzana, tortas con crema, mermeladas de frambuesa y chocolates con las mismas recetas que utilizaban sus abuelas. También esta disciplina se destaca en la preparación de carnes, mariscos y pescados. Todas estas especies recién traídas desde la Feria Fluvial, un mercado a orillas del Calle Calle, que funciona todos los días del año entre las 8AM y las 15 horas. En este lugar se encuentran los productos más sabrosos y frescos de la región, tales como flores, frutas, huevos de campo, verduras y muchos productos del mar. Pero en el sector, indiscutidamente los que se roban todas las miradas son los lobos de mar que posan para la foto sin ningún temor a la presencia humana.
Recomendamos recorra la calle General Lagos el barrio más antiguo de la ciudad, la que nos presenta una hermosa arquitectura antigua de origen alemán,
Es de atracción para quienes añoran los viejos tiempos del ferrrocarril visitar la ex estación en donde aún se encuentran vetustas locomotoras y carros del patrimonio historico ferroviario.
Universidades e institutos profesionales acogen a miles de jóvenes que estudian en Valdivia. Todo esto da pie a que la vida nocturna sea un imperdible, donde hay bastantes lugares para pasarlo bien y para todos los gustos. Por ello y para empezar bien la noche, hay que aprovechar de tomar una de las bebidas por excelencia de la región: La cerveza. Efectivamente, pues Valdivia es la capital cervecera de Chile, con productos artesanales que se destacan por la limpieza del agua que viene directamente de las cumbres valdivianas.
Hay varios museos, pero los 3 más destacados se encuentran en la Isla Teja, aledaña a la ciudad de Valdivia, a la cual se accede cruzando el puente Pedro de Valdivia. El Museo Histórico Van de Maele, Monumento Nacional, El Museo Phillipi y El Museo de Arte Contemporáneo, MAC
Los bosques son otro de los atractivos de Valdivia. Con la llegada de los españoles, Chile cambió mucha de su flora nativa. Cientos de hectáreas de bosque fueron talados con el fin de obtener terreno para el cultivo y la ganadería. En las últimas décadas, con la llegada de empresas forestales, se optó por el monocultivo de especies exóticas como el eucaliptus y el pino, pero esto ha provocado una seria pérdida de biodiversidad, terribles aterramiento del terreno, degradando el suelo y reduciendo la disponibilidad de agua. Por todos estos motivos es que la comunidad valdiviana se encuentra trabajando en un proyecto para reconvertir los bosques en lo que eran con especies como el canelo, la araucaria y la flor nacional de Chile: El Copihue.
Para conocer los alrededores de Valdivia, vale la pena trasladarse a orillas del mar y cruzar a la localidad de Corral donde se encuentra la reserva costera, una muestra espectacular de la selva valdiviana. Estos húmedos bosques están cubiertos de musgo y leyenda, flores silvestres, cascadas, riachuelos y muchos árboles como el arrayán, olivillo, canelo, árbol sagrado de los mapuches, y la cula, este último que era ideal para crear trutrucas (instrumento musical de los aborígenes) y lanzas que usaban los mapuches para defenderse de los españoles. El hueidahue cuya infusión generaba efectos afrodisiacos que las mujeres utilizaban para recuperar el amor de sus hombres. El palo santo del cual la leyenda dice que éste le pidió a un dios mapuche que le diera espinas para protegerse de las vacas traídas del viejo continente que se lo querían comer. Si se siguen los senderos se puede llegar a la orilla del mar, donde los olivillos atrapan la sal y se nutren de ella cuidando a las otras especies. La selva valdiviana es prácticamente un museo de lo que es la vegetación de este país. El mar y los pájaros son la música de fondo para apreciar toda esta vida natural.
Si pretende comprar algún recuerdo el Mercado Municipal es el lugar ideal. Allí encontrará un sinfín de productos. Lanas que no han pasado por procesos químicos, sombreros de cuero de vaca, tallados en piedra o en madera típica de la ciudad valdiviana, mates hechos de calabazas y el infaltable indio pícaro, son algunas de las alternativas que se puede llevar. Así es Valdivia, llena de leyendas, paisajes, sabrosa comida y los bosques más espectaculares que seguramente lo harán querer volver a este lugar.
Fuente: ayacara.cl